El espejo es uno de los accesorios más utilizado e importante en un baño y que en la mayoría de los casos no se le dedica tiempo necesario para su elección. En este caso, se trató de combinar un espejo integrado en un mueble, para conseguir sacarle provecho y tener un sitio en donde almacenar los distintos frascos de un baño, pero con una sencillez que pasase desapercibido como mueble. El hecho de que un mueble de baño superior tenga unas medidas estándar, supone que te quita mucho espacio en la zona del lavabo y en el aspecto visual.
Para este mueble se optó por un diseño sin aplique y dejar una lámpara en el interior del mueble y una zona translúcida en la zona superior del espejo, que queda un diseño más actual a la vez que económico. Es una solución tan buena como cualquier aplique, puesto que tiene bastante luminosidad y es una luz frontal.
El mueble del espejo, está lacado en el mismo color que el azulejo de la pared, un blanco roto que a penas se diferencia del tono del mueble. Un detalle sencillo que evita un contraste entre un blanco puro y el del azulejo, dando una impresión de estar integrado el mueble del espejo en la pared.
En este diseño, para sacarle el provecho de un mueble convencional, se le dejó un fondo suficiente para tener organizados los frascos de uso diario, una medida que resulta realmente útil a la hora de mantener el orden en un cuarto de baño.
El interior está divido en tres estanterías de distintas alturas que hacen más sencillo el almacenaje de los productos, de manera que se facilita el acceso al estar organizados en una única fila.
